martes, 28 de agosto de 2012

Cine y juventud: Los chicos de Fengkuei (Hou Hsiao-Hsien)

Hasta que uno no llega a la fuente suele otorgarle a los diversos afluentes el mérito, o los méritos, de su naturaleza. He de reconocer que tardé en acercarme a los primeros films de Hou Hsiao-Hsien habiendo visto solamente sus últimos trabajos, mucho más maduros y pensados. Mientras descubría al maestro taiwanés lo hacía a la par con otros cineastas como lo son Jia Zhang Ke o Apichatpong Weerasethakul, y erróneamente catalogaba diferentes generaciones de cineastas en el mismo saco. Al descubrir los primeros trabajos de Hou Hsiao-Hsien separé y comprendí la importancia de uno de los mayores cineastas que ha dado el cine.

Lo real y lo ficticio

El cine como experiencia y despojado de una puesta en escena retórica es una de las cualidades del cine de nuestros días. El encuadre como contenedor de verdad y el gesto como partícula hacen del cine algo más sencillo (y a la vez complejo) que el relato. En Hou Hsiao-Hsien hay una evolución del cine de Ozu, desprendido de cierto drama y de su puesta en escena sentimos en la vivencia, y no en lo vivido, los deseos y preocupaciones que hay entre lo que se muestra frente a la cámara y el cineasta.

Con un sentimiento nostálgico Los chicos de Fengkuei ficciona la memoria del propio realizador y capta como en pocos films ese algo, llamémosle tiempo, que formar parte del pasado. El contraste entre lo rural y lo urbano, el mundo de hoy (desde nuestra experiencia y realidad de espectador) con el mundo de ayer (la realidad dentro del film), de la despreocupación al miedo, del colectivo a la soledad. Hou Hsiao-Hsien no dogmatiza, no da lecciones. Las lecciones son parte de la vida que es registrada por la película.

Entender la vida con la luz y el tiempo

Un cine que abre las posibilidades de la narración hasta lo que conocemos hoy en día y que a la vez nos regala los silencios y los gestos de un pasado, un pasado fílmico y vivido por el cineasta, un diálogo, un reflejo con los silencios y los gestos que tuvimos y aquello, volvamos a llamarle tiempo, que ya perdimos.

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